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miércoles, 10 de julio de 2013

"La Cenicienta Geisha" - Sección Literatura

Tenemos el orgullo de presentarles el primer relato de Marcelo Mahia, un gran escritor que en esta ocasión les presenta una reversión del cuento tradicional "La Cenicienta".

La Cenicienta Geisha

Luego del Bombardeo atómico sobre Hiroshima, Michiko perdió a su madre tras una ingestión de la lluvia negra, una mezcla de petróleo con materiales tóxicos causada por los efectos de la detonación de la bomba. Lo único deslumbrante que había ese día negro, era un par de palillos que las generaciones de su familia habían guardado a lo largo del tiempo. En la punta inferior una pequeña gema indicaba que le pertenecían a los miembros femeninos. La última en guardar los palillos había sido la madre de Michiko. Su padre, el Sr.Takarai Hideto, fue gravemente afectado en la piel por las quemaduras de la lluvia y tuvo que ser hospitalizado.

En el hospital, el Sr.Takarai se enamoró de su doctora, Asashi Yoko, con quién más tarde se casaría y vivirían juntos con sus hijas Rin y Lin.

Lin y Rin eran unas Geishas, destinadas desde los 15 años a entretener a la clase alta con sus artes y servicios de acompañamiento. Michiko en cambio era obligada a limpiar casas para conseguir dinero. Además, Yoko y sus hijas tenían a Michiko de sirvienta: cuando Lin y Rin salían, ella debía vestirlas, maquillarlas y arreglarles el peinado. Michiko no se quejaba con su padre por no querer llevarle más problemas. Las quemaduras de piel del Sr. Takarai no andaban bien y más tarde se convertirían en un Cáncer de Piel.

La única felicidad que tenía Michiko eran sus palillos, a los que tenía guardados secretamente por miedo de que se los vendiera Yoko a cambio de dinero. Los usaba escasamente, ya comía cada dos días o tres, cuando sobraba algo de comida.

Un día, Lin y Rin fueron contratadas por el Palacio Imperial junto con otras geishas, para que dieran sus servicios de entretenimiento a la familia Imperial, celebrando el acceso al trono a Akihito como príncipe. Yoko le preguntó a Michiko si le gustará asistir a la celebración, Michiko asintió y Yoko finalizó la conversación con una carcajada, diciéndole “allí no necesitan a alguien que limpie el polvo”.

Michiko aprovechaba que ellas se habían ido a la celebración para comer un poco de arroz. Mientras lo engullía, un grano se le cayó en su prenda malgastada. Michiko quiso agarrar el grano para no ser descubierta, y en vez de sujetar al grano de arroz con sus palillos, tocó su prenda, que de repente se convirtió en un hermoso Kimono rojo como la gema de sus palillos. Michiko estaba alegre, pensaba en ir a la celebración como una Geisha aún sin tener experiencia, no lo dudó ni un segundo, utilizó el maquillaje de sus hermanastras para arreglarse, tocó sus sandalias con los palillos y finalmente se recogió y sujetó el pelo con sus palillos.

Michiko asistió a la celebración, en donde asombró a todos los presentes con el resplandor de su belleza. El Príncipe al verla, decidió invitarla a bailar con él. Mientras realizaban la danza tradicional, ya concluyendo la celebración, Akihito le pidió que soltara su pelo. Mientras Michiko obedecía la orden, vio a su madrasta y hermanastras retirándose de la fiesta. Como tenía que volver antes que ellas para que no descubrieran lo que había hecho, salió apresuradamente hacia la calle, pero sin darse cuenta, dejó caer uno de los dos palillos. Michiko pudo arribar a tiempo, se lavó la cara y ocultó sus deslumbrantes prendas.

Por su parte, el Príncipe, enamorado, le pidió al padre que le diera la lista de las geishas que habían asistido a la fiesta, para poder encontrar a Michiko. El Emperador accedió y le otorgó la lista. Lo que le iba facilitar al Príncipe encontrarla era el palillo, sabía que la otra geisha tendría el faltante.

Hacia el final de una exhaustiva búsqueda sin suerte, a Akihito le restaba una última casa, la de la familia Takarai. Al entrar a la propiedad cordialmente preguntó si conocían aquel palillo, pero Yoko y sus hijas se negaron. Sin embargo, el Sr.Takarai se sorprendió al ver su tesoro familiar y le dijo que le pertenecía a su hija. Yoko no podía parar de reír, al igual que Lin y Rin. Al Príncipe le disgustaba esa clase de trato. Al llegar a la habitación, Akihita vio a Michiko en su pequeño cuarto. Él le preguntó si el objeto le pertenecía a ella, Michiko no respondió, solo sacó su palillo que estaba debajo del tatami. Por fin el Príncipe la había encontrado, Yoko y sus hijas no podían creer que ella fuera la chica de la que todos hablaban en la celebración. Akihita le preguntó si deseaba contraer matrimonio con él, Michiko asintió llorando.

Años más tarde, Michiko se convirtió en la Emperatriz, determinando como primer medida que ejecutaran a la familia Asashi por haber ejercido violencia familiar contra ella.

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