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miércoles, 11 de septiembre de 2013

"A bailar" - Sección Literatura

Leonel Márquez, creador de los Goblings, nos sorprende con su último cuento, y nos confirma que estamos frente a un gran escritor.

A bailar

  Estaba acostado en mi habitación mirando hacia el techo sin poder conciliar el sueño. Miré mi reloj que marcaba las 18:27pm, después de un día de colegio estaba exhausto y con dificultad podía concentrarme. Con mi cuerpo y mente agotados hice un esfuerzo por dormir cerrando mis ojos y me acomodé lentamente en mi almohada, la cual giré para sentir su frío abrazo. Estaba ya en ese umbral entre lo consciente y lo inconsciente, rozando el cálido mundo de los sueños, cuando sentí un pequeño golpeteo proveniente del techo. Casi instintivamente di un vuelco muy brusco y abrí mis ojos de una manera que creí era imposible con el cansancio de mi cuerpo. Miré hacia arriba, pero no noté ningún movimiento extraño y mucho menos algún objeto que pudiera haber causado aquel golpeteo, por lo que, aún nervioso, me dispuse a tratar de volver a ese estado de ensueño anterior. 
  No llegué a cerrar los ojos cuando ese leve golpeteo anterior volvió a hacerse presente, ahora con un ritmo acelerado y subiendo poco a poco el tono. Al dirigir mi mirada nuevamente al techo deduje que el ruido provenía de la habitación de arriba, en la cual solíamos guardar los objetos para colocar en navidad. Supuse que algunos de estos adornos se habían caído, pero al oír con más atención, se me ocurrió que era similar a alguien marcando un ritmo con golpeteos de ambos pies. Comencé a ponerme algo nervioso pero sin perder la cordura, siempre buscando una explicación lógica para tan extraño suceso.
 Finalmente decidí subir a la habitación y comprobar qué era lo que sucedía. Me levanté de mi cama y a medida que avanzaba empecé a asustarme cuando sentí que estos ruidos eran causados por varios golpes al mismo tiempo, como si varios objetos cayeran uno tras otro, o como si más de una persona estuviera marcando el ritmo. Corrí lo más rápido que pude a través del pasillo, subiendo las escaleras y quedando delante de la puerta de entrada de la habitación de la cual el ritmo de los golpes provenía. Este sonido parecía el de una persona bailando, pero eran demasiados golpes como para dos pies. Ahora que el sonido era bastante claro, me di cuenta de que mis oídos gustaban de escucharlo y mi pie derecho comenzaba a marcar un ritmo. 
  Cada vez me sentía más deleitado con este golpeteo, era todo un placer poder escuchar algo tan hermoso. Repentinamente abrí la puerta y pude hundirme mejor en el magnífico sonido que tanto me atraía. Lo vi. Yo tenía razón, no podía ser causado por una persona. ¨Eso¨ tenía más de dos extremidades y así hacía que el ritmo fuera único. Solo pude observarlo por un instante, el sonido era tan hermoso, sentí cómo las extremidades comenzaban a sobresalir también desde mis costillas, no pude resistirme y comencé a bailar...

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