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sábado, 23 de noviembre de 2013

"El Espectro de Noche de Brujas" - Sección Literatura

Alejandro Escalera nos presenta una historia de terror para dormir con la luz prendida. 

EL ESPECTRO DE NOCHE DE BRUJAS

Era Noche de brujas en mi ciudad, una  noche como cualquiera iluminada por la luz de la luna y  las estrellas que parecían luciérnagas brillando en el cielo, junto  con algunas luces de las calles y las casas que hacían de acompañamiento.
Mis amigos y yo quedamos en ir a pedir caramelos a eso de las 8:40, paseamos por toda la ciudad recorriendo cada esquina en busca de los dulces más deliciosos que nos pudieran brindar los vecinos. Por todas partes se podían encontrar niños disfrazados, pero nosotros competíamos por quien se llevaría la mayor cantidad de aquellas golosinas. Antes de recorrer la ciudad elegimos encontrarnos en la casa de mi mejor amigo Uriel Slam.

En total éramos siete contando con Elizabeth y Catherine que traían consigo unos estupendos disfraces de brujas. Cuando ya teníamos todo planeado y estábamos a punto de salir de la casa llegó nuestro amigo Clark llegó de pronto exaltado y nervioso. Nos dio a conocer una noticia que nos dejo perplejos a todos ya que nosotros éramos verdaderos buscadores de tesoros: dijo en voz muy baja que existía un lugar en donde hace mucho tiempo habían enterrado un tesoro que guardaba los más deliciosos dulces y que había sido enterrado unos años atrás por un niño que había muerto esa misma noche de brujas. El tesoro estaba en el cementerio de las afueras de la ciudad. La rasón de la muerte del niño y el medio por el cual había conseguido los dulces eran datos que permanecían sin revelarse completamente.  Se hablaba de que antes de pasarse al cementerio a enterrar el tesoro había visitado a una bruja para que le diera un hechizo que le permitiría proteger sus preciados dulces. Decían que el niño habría hecho un pacto con las fuerzas oscuras para conseguirlos y para quedar como el mejor entre todos los niños de la ciudad, pero que la ambición lo había apartado de todo.

Nosotros entusiasmados fuimos al cementerio en busca de ese espectacular tesoro. A medida que nos adentrábamos se notaba la niebla espesa que nos rodeaba y esa humedad que bañaba todo el lugar. También se observaban  criptas y lápidas que estaban destrozadas y en mal estado, pero seguimos adelante hasta que encontramos la tumba del niño que decía –Aquí descansa Toni Laapard- .

Rápidamente empezamos a desenterrar aquel cajón en donde se encontraba nuestro deseo y cuando lo sacamos al abrirlo nos dimos cuenta de que el cuerpo y los dulces no estaban. Ya eran las once y media cuando empezamos a sentir un olor horrible que hacia referencia a la putrefacción en persona y cuando al darnos vuelta vimos filas y filas de esqueletos y muertos que nos rodeaban y comenzaban a acercarse nosotros corrimos hacia la entrada pero un niño que estaba parado del lado de afuera  la cerró y los muertos empezaron a atacarnos. Tratamos de saltar la reja de la entrada pero nadie lo logró más que yo, que estaba llorando y gritando al ver como desgarraban la carne de mis amigos y los arrastraban hacia dentro.

Hasta hoy en día me acuerdo con mucho miedo de lo que me pasó cuando era un pequeño  y que lamento todo lo que hice aquella noche. Hay algo que me tiene desesperado desde aquella noche de brujas: el niño que distinguí cerrando la puerta. Me pregunto si, aquel niño que todos creían muerto, volvió  para defender ese tesoro que no llegamos a encontrar o si él fue una víctima más, como todos mis amigos que murieron aquella noche.

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