Geraldine Bitonto, miembro de "La tercera es la vencida", quiere compartir con ustedes la historia de vida de Lita, su abuela, una persona cuyos logros fueron significativos no sólo a nivel personal sino también para la comunidad en la que vive.
Mi abuela nació en la provincia de Entre Rios, allá por la década del cuarenta. Su infancia transcurrió en su pueblito natal, Rosario del Tala, allí fue a la escuela primaria y a los 18 años se mudó a Capital Federal con su hermana mayor para trabajar y forjarse un futuro: ¡¡y qué futuro se forjó!! A medida que transcurra este relato se van a enterar...
Ya instalada en Buenos Aires, conoció a Cosme, su novio y actual marido. Se casaron, construyeron su casa (donde actualmente viven), tuvieron dos hijos, Marcelo (mi papá) y Paola (mi madrina). Mi abuela trabajó en una fábrica de guantes muchos años, fue el único trabajo de toda su vida hasta que comenzó, después de comprar el terreno del Pasaje C.M. hicken, hacer una edificación simple, con un gimnasio para el barrio, donde había un tatami gigante. Allí mi papá daba clases de judo y se daban otras de gimnasia. Con el tiempo, y por el pedido de muchas mamás del barrio que necesitaban dejar en un lugar confiable y con una persona de buena madera a sus hijitos, mi abuela Lita, comenzó a gestar todo esto que hoy en día es Canto a la Vida. No crean que fue algo rápido y fácil de hacer, todo esto llevó mucho tiempo y esfuerzo, y fue preciso el trabajo de mis abuelos codo a codo, aunando fuerzas, pasando alegrías y tristezas, para llegar a tener esto que nos ofrecen hoy para poder estudiar y planificar nuestro futuro.
¡Quién iba a pensar que esa nenita chiquita, que nació a 500 km de acá, hija del lechero del pueblo, iba a llegar a ser la promotora y la hacedora de todo esto!
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