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martes, 6 de agosto de 2013

"Mi vecina fantasma" - Sección Literatura

¡ATENCIÓN VALIENTES! :

 "MI VECINA FANTASMA"

La curiosidad es una de las características del ser humano como especie. Es lo que impulsó a muchos hombres a descubrir o inventar cosas, y así pudimos desarrollar nuestras sociedades y la tecnología. Pero hay ocasiones en las que es mejor no curiosear, sobre todo si de fantasmas se trata.
Suelo sufrir de insomnio. Aburrido de estar acostado sin poder dormir, una noche me levanté y fui hasta la ventana que da a la calle. La madrugada estaba muy avanzada; desde la oscuridad de mi habitación abrí un poco la cortina y miré hacia la calle. Una mujer caminaba lentamente por la vereda de enfrente, giró y se enterró en un muro, lo atravesó como si el muro no existiera y desapareció. Esa imagen me causó tremenda impresión, el poco sueño que tenía se disipó del todo. Al recordar a la mujer, tomé conciencia de lo extraño de su apariencia: Usaba sombrero y su ropa parecía antigua.
No me quedaron dudas de que había visto un fantasma.

Cuando llegó la siguiente madrugada, yo  estaba sentado al lado de la ventana, la cámara de fotos entre mis manos, y la ansiedad en todo el cuerpo. La mujer volvió a aparecer, pero antes de que desapareciera en la misma parte del muro que la noche anterior, conseguí tomarle varias fotos. Lamentablemente, pronto descubrí que la luz amarillenta de la calle había jugado en contra de la calidad de las imágenes: sobre todo no se distinguía su rostro. Hacía mucho tiempo que quería comprarme una filmadora, a primeras horas de la mañana decidí hacerlo.

Acomodé la silla como lo había hecho la madrugada anterior, abrí la cortina con una mano, en la otra sostenía mi recién adquirida cámara. Me resulta muy angustiante tratar de describir el susto que me llevé, y el terror que experimenté, cuando al mirar hacia la calle, vi la horrenda y grotesca cara de la mujer fantasma casi pegada al vidrio, sus ojos fijos en los míos. No sé cuanto tiempo estuvo mirándome mientras balbuceaba y escurría líquidos por la boca negra y los ojos desorbitados. Terminé desmayándome y desperté en el suelo cuando ya era de día. La cámara ya no estaba. Y lo peor: desde esa noche veo su sombra en la ventana, da golpecitos en el vidrio o lo araña, atormentando mis madrugadas en vela.



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